La ética del cambio tecnológico

Los grandes desafíos globales necesitan de una reflexión ética

Igual de importante que comprender las tendencias de cambio en distintos ámbitos es prepararnos para gestionarlos desde un punto de vista tanto racional como ético-moral. La ciencia puede enseñarte lo que puedes y no puedes hacer, pero no lo que debes hacer; eso es una decisión ética que debemos tomar. Como recuerda Rawls, la capacidad del ser humano de hacer un juicio moral radica en ser o aspirar a ser «deliberadores racionales»: estar informados, ser abiertos, dispuestos a entablar diálogo, a revisar posturas y opiniones, etc. Esto es algo, además, que debemos buscar y exigir en nuestros líderes.

¿Cómo gestionar éticamente la disrupción y las limitaciones morales del ser humano?

Julian Savulescu, catedrático de Ética Aplicada y director del Oxford Uehiro Centre for Practical Ethics, participó en el Workshop on the Future of Government el pasado mes de marzo, y puso en relieve las cuestiones éticas y morales de muchos de los avances tratados en el Seminario y planteó una «brújula ética» de la que ayudarnos para su análisis. En relación con la selección y modificación genética, por ejemplo, es importante distinguir conceptualmente entre objetivos reproductivos y objetivos terapéuticos, ya que cada uno conlleva un análisis ético-moral diferente. Con la edición genética se ayuda a una persona mientras que con la selección genética no necesariamente. En cualquier caso, ni la edición genética ni la selección están exentas de dilemas: se está empezando a dar el caso por ejemplo de padres que escogen niños sordos pudiendo escoger niños sin sordera. Es el caso del 5% de los padres norteamericanos, que priorizan la posibilidad de que el niño desarrolle otros sentidos mucho más ampliamente debido a su condición. ¿Qué es lo justo, lo bueno o lo correcto en estos casos?

Es importante además tener en cuenta que las legislaciones de los países en los que se desarrollan estos avances tienden a variar enormemente. Por ejemplo, mucha de la investigación en el ámbito de la edición genética está mudándose a China porque el marco regulatorio es más laxo en ese país. ¿Cómo realizar valoraciones morales en un marco regulatorio tan heterogéneo?

La ingeniería genética lleva en nuestras sociedades más de 20 años. Sin embargo, la diferencia es que en la actualidad se puede aplicar con una precisión y velocidad sin precedentes. El potencial es enorme: un 6% de los bebés nacen con alguna predisposición a una enfermedad crónica o con una enfermedad genética, y esto se puede reducir a 0 mediante la simple selección genética. Sin embargo, las trabas legales a las que están expuestas estas curas o estos tratamientos no permiten su proliferación, a pesar de que se puede argumentar que no hay diferencias morales relevantes entre una «cura genética» y una «cura por medicamento».

Además, existen desigualdades genéticas que pueden y muchos opinan que deben ser corregidas. Por ejemplo, existen notables diferencias en la capacidad de los niños de controlar sus impulsos, como ha demostrado el psicólogo Walter Mischel. Para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, un 10% de los niños norteamericanos toman ritalin o metilfenidato. El consumo de dicho medicamento trae consigo, a la postre, una reducción de crímenes violentos en un 30%. ¿Por qué no tratar, en la medida de lo posible, estos trastornos mediante selección o edición genética? En algunos casos, como puede ser en el de la probada prevalencia del llamado «gen del criminal», su empleo podría ser muy beneficioso.

Ante este panorama de complejos entresijos éticos y morales no solamente en el ámbito de la inteligencia artificial, robótica y automatización pero en prácticamente todos los bloques temáticos del Seminario, Savulescu propuso una «brújula ética» que consiste en analizar cada decisión, avance y oportunidad priorizando tres máximas: en primer lugar, la libertad del individuo (¿es el individuo libre de elegir?) En segundo lugar, el efecto que dicha decisión produce en el bienestar del individuo, siendo este el principio fundamental de la doctrina ética del utilitarismo. En tercer y último lugar, conviene plantearse si la decisión es justa o si genera un ruido innecesario en la sociedad. Con respecto al tercer criterio, caben preguntas del estilo: si China comienza un programa de selección y edición genética para mejorar las capacidades intelectuales de sus ciudadanos, ¿qué tipo de efectos directos e indirectos tendría esto en el resto del mundo? ¿Serían justos estos efectos?

Se pueden correr riesgos en cuanto a la adopción de los nuevos avances científicos y tecnológicos, pero siempre riesgos pequeños y con la intención de obtener grandes beneficios y alcanzar importantes metas para la sociedad. Los principios de responsabilidad (duty of easy rescue) y la imposición de un mínimo riesgo, según el catedrático, tienen mucho que ver con la protección de la libertad y el bienestar.

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