El desarrollo humano fue originalmente definido como un proceso de ampliación de las opciones de los individuos que incluye el disfrute de una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y el logro de un nivel de vida aceptable.
Los economistas suelen enfocar el bienestar en términos de PIB per cápita. Sin embargo, el bienestar puede también considerarse un fenómeno multidimensional que no se ve afectado exclusivamente por la disponibilidad de bienes materiales, sino, además, por otros muchos factores, incluyendo la salud, la educación, la representación política, el medioambiente y la seguridad personal.
El bienestar puede también considerarse un fenómeno multidimensional
Existen tres enfoques diferentes acerca del bienestar: el de la economía del bienestar, que pondera las distintas dimensiones no monetarias de la calidad de vida; el del bienestar subjetivo (SWB) que se centra en la satisfacción vital, y el de las “capacidades”, que hace depender el bienestar de una combinación de “funcionamientos” (o logros), y de “capacidades” (esto es, la libertad de elegir entre “funcionamientos” alternativos).
Pero, ¿cómo se comparan en términos de bienestar los países avanzados de Occidente (Europa Occidental y sus ramificaciones ultramarinas más Japón) con el resto del mundo? ¿Cómo lo hacen las sociedades capitalistas y socialistas en las etapas iniciales de desarrollo? No hay una respuesta fácil a estas preguntas, pero sus implicaciones políticas tienen un amplio alcance.
Leandro Prados de la Escosura, Catedrático Rafael del Pino, Doctor por la Universidad de Oxford y Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, y Catedrático de Historia Económica de la Universidad Carlos III de Madrid, estudia estas cuestiones a través de la elaboración de un nuevo Índice Histórico de Desarrollo Humano (IHDH).
Para ello, toma como referencia el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que consta de tres dimensiones (vida saludable, acceso al conocimiento y otros aspectos del bienestar). El IHDH emplea formas reducidas de estas dimensiones, específicamente: la esperanza de vida al nacer, en representación de una vida saludable; medidas del nivel educativo (alfabetización y escolarización), como indicadores de acceso al conocimiento; y el logaritmo de la renta per cápita, como sustituto de otros aspectos del bienestar.
Dos hechos singulares: aumentos absolutos idénticos representan logros mayores cuanto más elevado es el nivel en el que ocurren y la calidad de los logros está asociada con los aumentos en la cantidad.
En este nuevo índice, se transforman las variables “sociales” (de salud y educación) de forma no lineal, con objeto de reconocer dos hechos singulares. El primero, que aumentos absolutos idénticos representan logros mayores cuanto más elevado sea el nivel en el que ocurren. El segundo, que la calidad de los logros está asociada con los aumentos en la cantidad.