La Fundación Rafael del Pino está comprometida desde hace años en un Programa denominado «Espacio Público» que contempla celebrar coloquios sobre temas importantes de la realidad nacional e internacional, contando con Víctor Pérez-Díaz, Analistas Socio-Políticos, Gabinete de Estudios, para su diseño y su realización. El último Coloquio tuvo lugar el 26 de noviembre de 2019, sobre la aportación al debate público de un segmento sociocultural estratégico de los llamados «observadores participantes», como profesionales y funcionarios, por ejemplo, que, combinando su capacidad de reflexión con su propia experiencia, y, normalmente, a cierta distancia de la decisión política, operan en un terreno de encuentro entre la política y la administración pública, la empresa y la academia, los medios de comunicación y la sociedad civil. Se entiende que su aportación suele ser muy relevante para definir el imaginario y el marco interpretativo del debate, así como el abanico de posibilidades abierto para la actuación de las autoridades públicas y de la sociedad en general.
Para una correcta apreciación del contenido de la discusión hay que tener en cuenta el cambio de horizonte que ha supuesto la aparición y el desarrollo de la pandemia del coronavirus que ha tenido lugar en los comienzos del 2020. Con ella, la sensación de crisis ante el horizonte del invierno anterior no ha hecho sino agravarse considerablemente. Aun así, las enseñanzas que se pueden deducir del Coloquio continúan siendo, a juicio de los autores, sustancialmente relevantes para el momento actual. El cual no hace sino combinar los problemas del panorama anterior, que grosso modo permanecen, con un nuevo factor, generador de alarmas que, por ahora, sólo han recibido respuestas apresuradas y fragmentarias. De modo que es posible que lo que lleguemos a comprender mejor de la crisis en su forma anterior, nos sirva para manejar la crisis del momento.
Esta mezcla de comentario y resumen de la discusión se divide en cuatro partes que versan sobre el horizonte de crisis, sobre el papel de estos observadores participantes, o espectadores comprometidos, o, utilizando términos más antiguos, «ilustrados benévolos», y sobre algunas indicaciones acerca de qué hacer, o algunas maneras de manejar la crisis; terminando con una breve conclusión que apunta a la deseable conexión entre tales ilustrados y los ciudadanos de a pie.