El COVID ha puesto de manifiesto las debilidades de la economía española. Los malos resultados obedecen a que la crisis nos ha cogido sin estar preparados para afrontarla. Cuando llegan los problemas, la economía española sufre mucho más que las demás. Pero si tuviéramos una estrategia de futuro, podríamos defendernos mejor. Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania, propone esta estrategia.
La necesidad de una gran estrategia
Para comprender mejor la importancia de contar con una estrategia de futuro basta con hacer un pequeño análisis comparativo. Un análisis, el de la crisis del COVID, en el que España sale bastante mal parada. La caída del PIB en nuestro país ha sido la mayor de entre todas las economías desarrolladas. También ha superado a la de los países que mejor han afrontado la crisis sanitaria, por ejemplo, Corea del Sur o Taiwán.
¿Mala suerte durante la pandemia? No lo parece, señala el profesor. Hemos cosechado mucho peores resultados que las economías de nuestro entorno. Sufrimos el paro juvenil y las tasas de fracaso escolar más elevadas de Europa. Carecemos de universidades punteras a nivel global. No invertimos lo suficiente en investigación y desarrollo. La productividad está estancada desde la década de los 80. Las cuentas públicas ya estaban muy deterioradas en febrero… ¿Es mala suerte o el resultado de malas políticas económicas?
La estrategia errónea
Hasta ahora, hemos podido capear los temporales porque la Unión Europea nos ha sacado las castañas del fuego. Esta, sin embargo, no es la forma de construir un futuro sólido. Nadie sabe quién ni cómo será el canciller alemán en el año 2030. Esto es, si seguirá o no la línea europeísta de Merkel. Y, lo que es aún más grave, podría darse la situación de que Europa nos diga «hasta aquí hemos llegado» y deje de ayudarnos. Por tanto, tenemos que empezar a pensar en cómo resolvemos nuestros problemas de fondo. Eso solo lo podemos hacer con una gran estrategia de futuro.
Una estrategia de esta naturaleza debe cimentarse, ante todo, en un gran consenso social y político. Si el 60% o 70% de la sociedad la respalda, saldrá adelante. Si hay doscientos diputados o más que la apoyen, tendrá futuro con independencia del partido que gobierne en cada momento. Sin ese consenso, pasaría como con las reformas anteriores, que llegan a su fin en cuanto cambia el gobierno.
Las bases de la estrategia
Toda estrategia consiste en fines, medios y tácticas. Para construir la que necesita España, hay que coordinar los tres componentes.
«Debemos de tratar de convertir al Estado español en uno de los mejores del mundo»
En los fines hay que hablar de qué sociedad queremos en el futuro. El artículo 1.1 de la constitución dice: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.” Lo que debemos de hacer es convertir a ese Estado en uno de los mejores del mundo. Hoy no lo es, de acuerdo con distintas clasificaciones internacionales.
El Estado de Derecho
Estado de Derecho significa que estamos sometidos al imperio de la ley, no a la voluntad de los hombres. También es un Estado que se basa en la garantía y protección de los derechos y libertades de los ciudadanos. Todo lo demás no puede existir si no hay un Estado de Derecho. En este ámbito, España ocupa el puesto 19, pero tendríamos que estar situados en un puesto más elevado.
Vivir en un Estado social quiere decir que el Estado suministra la prosperidad que los ciudadanos necesitan. No tiene sentido hablar de libertad de expresión si no tenemos dinero para comprar libros o periódicos. También precisamos los bienes básicos para el desarrollo de la dignidad humana, como sanidad o educación. No se trata de que sean servicios públicos. Puede proveerlos el sector privado. Lo que tiene que hacer el Estado es crear las condiciones para garantizar el suministro de estos bienes básicos. En el Índice de Desarrollo Humano, que mide estos aspectos, España ocupa el puesto 25. Es un puesto mejor del que le correspondería gracias a que la esperanza de vida es muy alta.
El papel de la economía de mercado
En calidad democrática, España está en el puesto 16, con una democracia con carencias importantes. Un Estado democrático de Derecho solo existe bajo el fundamento de una economía de mercado. En libertad económica España cae hasta un preocupante puesto 58. Y hay un marco de negocios que dice lo difícil que es crear empresas, fundaciones, etc. En esto España es el número 30.
Economía de mercado y Estado del bienestar son complementos perfectos. La primera permite generar ingresos suficientes para tener un estado del bienestar generoso. Éste permite que la gente invierta, tome riesgos. Como país, tenemos que mejorar en todos los índices anteriores.
Un Estado capaz de hacer cosas
Una vez decidido a dónde queremos ir, tenemos que pensar qué tipo de medios necesitamos. No vamos a poder resolver nada sin reformar el Estado. Se trata de conseguir un Estado capaz de hacer cosas. También necesitamos cambiar la manera en la que seleccionamos las élites de la Administración y las élites políticas. Además, hay que reformar la coordinación territorial.
La selección de las élites de la Administración debe basarse en los principios de independencia, mérito e igualdad de oportunidades. Respecto a las élites políticas, hay que cambiar la estructura y funcionamiento de los partidos. También el sistema electoral. Y reformar el Consejo General del Poder Judicial, para que no esté controlado por el Congreso de los Diputados.
La coordinación territorial
Finalmente, hay que reformar la coordinación territorial. El sistema autonómico en su diseño actual no aporta mucha claridad. Hay gobiernos que no han sido leales a la autoridad central, o que utilizan las autonomías para sus intereses territoriales. Hay que compaginar la estrategia de país y los intereses de la Administración central con los de las territoriales.
Los ciudadanos tienen que tomar la iniciativa, no los políticos.
Una buena táctica para conseguir el consenso necesario podría construirse alrededor de tres elementos. En primer lugar, el espacio de las ideas. Si se da la batalla de las ideas, tarde o temprano llegan las reformas. A los políticos no les quedará más remedio que ponerlas en práctica si la gente las demanda porque esas ideas han calado. También hay que movilizar a la sociedad civil, una de las grandes asignaturas pendientes de España. Los ciudadanos tienen que tomar la iniciativa, no los políticos. Finalmente, hay que convencer a una pequeña fracción de los diputados de la importancia de esas reformas. Si lo hacemos, podremos conseguir esos cambios y materiañizar la estrategia de futuro que España necesita.
Acceda a la conferencia completa