Cómo regular la economía colaborativa

Las TIC conforman una nueva manera de comerciar y trabajar

En los últimos años, el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones ha impulsado la aparición de modelos de consumo alternativos, entre ellos la economía colaborativa. Consisten en prestar, alquilar, comprar o vender bienes y servicios a través de plataformas digitales, en función de necesidades específicas. Se trata de una forma novedosa de organización económica que no encaja bien en los modelos tradicionales de mercado ni en su regulación, sino que precisa de una normativa ad hoc que permita su desarrollo.

La economía colaborativa es un concepto cuya descripción no es sencilla. Suele aceptarse como definición que la economía colaborativa consiste en relaciones de igual a igual (peer to peer, o P2P) para obtener, conceder o compartir el acceso a bienes y servicios infrautilizados a cambio, o no, de dinero, generalmente mediante el empleo de plataformas de internet, con un componente social. Algunas personas, sin embargo, indican que, en ese ámbito, también se producen relaciones entre particulares y empresas (B2C) y que dentro de la misma plataforma pueden darse actividades tanto P2P como B2C, sin que a menudo se puedan distinguir unas de otras. Por ello, hay quien prefiere hablar de «economía de plataformas» y reservar el término «economía colaborativa» para una noción más restrictiva y con más énfasis en los aspectos sociales.

Las actividades relacionadas con la economía colaborativa han deparado beneficios para los consumidores, pero también han generado nuevos retos ligados a la desintermediación, a la falta de estandarización de las relaciones P2P y a la incertidumbre respecto a quién dirigir las reclamaciones cuando algo en esa relación no funciona como debiera.

El elemento realmente definitorio de la economía colaborativa es el empleo de las nuevas tecnologías de la información, fruto de la convergencia entre las tecnologías de la comunicación y la informática. En el centro de todo ello, sin ninguna duda, se encuentra el uso de internet. La universalización de internet permite el acceso a la comunicación inmediata y a muy bajo coste. Si internet, gracias a la tecnología, permitió la interconexión de diferentes redes, la economía colaborativa permite ahora, a un porcentaje muy elevado de la población mundial, la interacción de personas que previamente no estaban relacionadas entre sí.

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