¿Por qué no hay vocaciones emprendedoras en España?

Los valientes son ahora más necesarios que nunca

Un país sin emprendedores carece de futuro.

“el emprendedor siempre busca el cambio, responde a este, y lo explota como una oportunidad”

Un país sin emprendedores carece de futuro. Sin ellos, no hay desarrollo económico y social porque son precisamente ellos quienes innovan, crean empleo y generan riqueza. Su labor, además, es esencial para mejorar el bienestar de la sociedad. El Estado no puede sustituirlos porque, como dijo Peter Drucker, “el emprendedor siempre busca el cambio, responde a este, y lo explota como una oportunidad”. El sector público, por el contrario, no lo hace porque no tiene los incentivos adecuados para ello. Así es que, si el futuro pasa necesariamente por los emprendedores, resulta necesario el preguntarse cómo está España en este sentido para hacerse una idea de lo que le aguarda a este país.

El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) trata de tomar el pulso al emprendimiento en nuestro país. Los resultados que presenta dejan un sabor agridulce: las condiciones para el emprendimiento en España son iguales que la media de la Unión Europea, pero la gente no se anima a emprender.

Nuria Calvo, directora técnica del Proyecto GEM España, explica que las condiciones para emprender en nuestro país en 2024 fueron iguales, en muchos aspectos a las de la Unión Europea. Es más, en factores tan importantes como la existencia de infraestructuras profesionales y de servicios comerciales, de programas gubernamentales de apoyo al emprendimiento y de capacitación emprendedora, nuestro país está mejor que el promedio comunitario.

No obstante, hay dos aspectos estructurales que no están tan bien valorados. El primero de ellos es el acceso a la financiación. No puede haber ecosistemas de emprendimiento sin recursos que arriesguen y apuesten por las nuevas ideas. Esta es una asignatura pendiente de la economía española. El segundo aspecto negativo es la percepción de que el mercado español no es todo lo dinámico que debería y que existen barreras de entrada. En un país con tantas regulaciones y tan distintas, es lógico que las cosas se vean de esta manera. Aún así, estos dos factores no eclipsan lo suficiente todo lo positivo que tiene nuestro país como para que la gente no se anime a emprender. Si no lo hace, la respuesta debe estar relacionada los valores culturales respecto al emprendimiento.

Las dimensiones culturales de Hofstede nos ofrecen una pista en ese sentido. Éstas son un modelo que describe varios aspectos principales de las diferencias culturales entre países. Estas diferencias permiten entender cómo los valores culturales influyen en el comportamiento organizacional y las interacciones sociales. Pues bien, en el caso de España, una de las características principales es la aversión al riesgo. Pocos países tienen tanta aversión al riesgo como el nuestro. Si a ello se añade que los españoles, según este modelo, prefieren vivir el momento y no preocuparse por el futuro, se puede entender por qué son tan poco emprendedores. Si a ello se añade que los libros de texto de secundaria no tratan con justicia a la figura del emprendedor, las cosas se comprenden mejor.

Los resultados del GEM para 2024 están en consonancia con esta perspectiva. Desde 2017, la tasa de emprendimiento apenas ha crecido, pese a que han mejorado las condiciones del entorno para emprender. Además, las personas están más cualificadas y se ha invertido mucho en incentivar el emprendimiento. Los resultados, sin embargo, aún no se corresponden con ello.

El perfil del emprendedor, según Nuria Calvo, no explica por qué las cosas son así. La persona emprendedora en España tiene, por lo general, más de 35 años. En este ámbito no hay diferencias de género: hombres y mujeres emprenden por igual, tanto en términos de edad como de cualificación, como de situación económica. Sin embargo, la tasa de emprendimiento es inferior a la de la mayoría de países de la Unión Europea. ¿Por qué? Porque, según el GEM, aquí es dónde la población percibe menos oportunidades de emprendimiento. Y esto es una característica transversal a todos los niveles de renta.

Para complicar más las cosas, el miedo al fracaso aumenta cuando se pasa de emprendedor potencial a iniciativas emprendedoras con menos de tres años de vida, donde los resultados vuelven a ser peores que la media de la UE. El miedo también aparece cuando se trata de invertir en emprendimiento. El 65% del capital de los nuevos proyectos lo aportan los propios emprendedores. En general, los emprendedores españoles no se arriesgan a captar inversores, lo que limita las posibilidades de sus proyectos. Probablemente, un ecosistema de emprendimiento con mejor acceso a la financiación mejoraría la situación. Recordemos que este, precisamente, es uno de los aspectos peor valorados en el GEM.

Todo ello da lugar a dos problemas estructurales, explica Nuria Calvo. El primero de ellos es que la población cualificada no se anima a emprender tanto como sería deseable. El segundo es que más del 90% de las iniciativas emprendedoras tienen menos de seis empleados. Es más, el 80% de estas iniciativas solo tienen trabajando al emprendedor. Esta situación no cambia cuando la iniciativa emprendedora ya tiene 3,5 años de vida. Esto plantea un problema porque, en el mundo actual, salir al exterior es casi una obligación para cualquier empresa. Para ello, sin embargo, se necesita contar con plantilla. De hecho, la gran mayoría de iniciativas emprendedoras que se internalizan son las que tienen más de seis empleados, especialmente más de veinte. Por desgracia, este tipo de iniciativas son muy pocas.

Otro elemento de preocupación es que el crecimiento de las iniciativas emprendedoras en España se debe, sobre todo, a los inmigrantes. Su intención emprendedora triplica a la de los españoles y su tasa de emprendimiento la duplica. Pero su tasa de abandono también es mayor porque los emprendedores son más jóvenes. Además, la segunda generación de inmigrantes ya es menos emprendedora que la de sus padres.

«Un país sin emprendedores es un país sin futuro»

De todo ello, Nuria Calvo concluye que en España no hay mucho interés por emprender. Por ello, hay que redefinir las reglas del juego, desregular y eliminar obstáculos al emprendimiento. Y es que un país sin emprendedores es un país sin futuro.

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