¿Tiene futuro el capitalismo si las condiciones de vida para las personas menos cualificadas son especialmente duras? ¿En el que sus tasas de mortalidad no dejan de crecer mientras se reducen las de nupcialidad? Este sistema parece no funcionar bien en Estados Unidos y necesita reforma. Lo explican Anne Case, catedrática Emérita de Economía y Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton, y Angus Deaton, Premio Nobel de Economía 2015.
La brecha de mortalidad
Un título universitario siempre ha marcado diferencias en todo momento y lugar. Pero esas distancias nunca habían sido tan amplias como la falla que divide ahora a la sociedad estadounidense. A un lado de la brecha se encuentran quienes han cursado estudios superiores. Al otro lado se hallan quienes carecen de ellos. De acuerdo con los profesores Case y Deaton, este grupo, numeroso en los Estados Unidos, carece de un empleo bien remunerado, carece de salud y carece de una vida larga y próspera en familia. En concreto, dos tercios de la población de entre 25 y 64 años.
Las dificultades que afronta este grupo de personas se reflejan en un hecho doloroso. Su tasa de mortalidad está creciendo desde mediados del siglo XX. Es un proceso que va en contra de la tendencia general de la población. A lo largo de la centuria pasada, su mortalidad se redujo en un 70% de forma constante. Este mismo patrón se repite en todas las sociedades avanzadas. Por supuesto, se da en países angloparlantes, como Canadá, Reino Unido e Irlanda. Y la tendencia se extiende a los primeros años del siglo XXI.
Las causas de la creciente mortalidad
En Estados Unidos, sin embargo, las cosas son distintas. Desde la década de los 90 se produce un cambio de tendencia. Sus tasas de mortalidad empiezan a crecer y a ser más altas que las de otros países desarrollados. Además, es el único país avanzado en el que se ha reducido la esperanza de vida en los últimos años. La causa se encuentra en el grupo de edad comprendido entre 25 y 64 años. Más en concreto, la causa estriba en el aumento de muertes por drogas, alcoholismo y suicidios entre la población blanca sin título universitario. No haber ido a la universidad marca una diferencia muy importante en este sentido. Y, lo que es más preocupante, esa tasa crece más entre las generaciones más jóvenes. Esa situación, por el contrario, no se reproduce entre quienes son titulados universitarios. Entre ellos, las tasas de mortalidad permanecen constantes.
Este fenómeno se da por igual en todos los estados de EEUU. También afecta tanto a los varones como a las mujeres, si bien el impacto es mayor entre los primeros. Según la teoría, las causas principales residen en la falta de integración social y de regulación social. Lo normal, además, es que este hecho suceda en tiempos convulsos. Y lo que se observa en EEUU es un aumento de la desesperación y del aislamiento de las personas. También unas condiciones de salud mental pobres. Y todo ello entre las personas sin título universitario.
El papel del deterioro de las condiciones laborales
La desesperación surge, especialmente, a causa del deterioro a largo plazo de las condiciones laborales para estas personas. Los resultados son salarios más bajos y menores tasas de ocupación entre ellos. Todo ello procede de la pérdida de empleos o de su externalización, por ejemplo, en actividades de transporte, seguridad y servicios de comida. Esos nuevos trabajos son peores porque hay menos compromiso entre trabajadores y empresarios. Además, resulta difícil percibir estos trabajos como parte de unas buenas condiciones de vida. Por último, los trabajadores pierden el sentido de pertenencia a una ‘gran’ compañía.
Al mismo tiempo, se produce la caída de las tasas de nupcialidad, mientras aumenta el número de hijos fuera del matrimonio. También se pierde el sentido de comunidad. En consecuencia, se reduce la estabilidad de los hogares y de las comunidades. Una situación similar a la de la pérdida de empleo entre la comunidad afroamericana a finales de los 60 y los 70.
El drama de la clase trabajadora blanca
¿Qué le ha sucedido a la clase trabajadora blanca? Su situación laboral se ha debilitado a causa de la globalización y de la automatización. Pero esto también ha sucedido en otros países, si bien en ellos no se han disparado las tasas de mortalidad. Así es que, ¿por qué la situación en Estados Unidos es diferente? La primera razón es la epidemia de opiáceos que padece Estados Unidos. Las muertes por alcohol, drogas y suicidios ya estaban creciendo antes de la llegada del Oxycontin. Pero la crisis se hizo mucho más aguda con su aparición. El fármaco encontró en la sociedad norteamericana un campo abonado para que se abusara de él.
La segunda razón estriba en que el sistema de salud estadounidense es el más caro del mundo. Los norteamericanos, sin embargo, no por ello disfrutan de mejor salud. Por el contrario, tienen la peor salud de entre todos los países ricos. Así es que la esperanza de vida en EEUU se reduce no a pesar de lo que se gasta en salud. Lo hace como consecuencia de lo que gasta en atención y cuidados médicos.
En 2018, Estados Unidos gastó el 17,8% del PIB en salud. Suiza, el siguiente país con el gasto más elevado, dedicó el 12,4%. La esperanza de vida de los suizos es cinco años más elevada que la de los estadounidenses. La diferencia entre ambos países, en términos de gasto, es de un billón de dólares anuales, lo que implica más de 8.300 dólares por familia. Ese exceso de gasto equivale a la mitad de todo el presupuesto militar.
El sobrecoste del seguro médico
Ese dinero procede de los salarios, de los beneficios empresariales y de los impuestos. La gente puede pensar que el seguro médico que paga la empresa es un regalo. Ahora bien, ese regalo se deduce, total o parcialmente, de lo que debería ser su nómina. Una parte del declive del empleo de baja remuneración tiene que ver con el aumento de la prima del seguro médico. De hecho, muchas empresas, que tienen que pagar el 71% de los 21.000 dólares anuales que supone la prima del seguro médico, deciden externalizar los empleos de baja remuneración. Los empleos externalizados no son buenos trabajos.
La prima del seguro médico no varía mucho en relación con el sueldo del trabajador. Por tanto, es como una especie de impuesto fijo por persona. Financiar el sistema de salud de esta forma es destruir el mercado laboral para los trabajadores menos cualificados, afirman Case y Deaton.
¿Cómo reformar el sistema?
Los gobiernos estatales deben hacerse cargo de este gasto, con el fin de proveer de servicios médicos a los más pobres. Pero, entonces les queda menos presupuesto para escuelas, universidades públicas e infraestructuras. Medicaid, de hecho, pasó de suponer el 20,5% del gasto estatal en 2008 al 28,9% en 2019.
«hay que mejorar el sistema, hacerlo más justo y eficiente»
A la luz de los acontecimientos, hay que arreglar el capitalismo en Estados Unidos, hacerlo más justo y eficiente. En opinión de los profesores Case y Deaton, la reforma del sistema de salud está en el centro de este proceso: «el problema es que hay cinco lobistas del sistema de salud por cada miembro del Congreso». En términos más generales, señalan, el auge del lobismo y el declive de los sindicatos ha dejado casi sin representación en Washington a los trabajadores de sueldos bajos.
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