La economía española se ha caracterizado en las últimas décadas por presentar tasas de paro considerablemente más altas que la media europea, y tasas de ocupación claramente más bajas que dicha media. Lo mismo se predica del segmento de los jóvenes. Los jóvenes pueden ser comprendidos como el símbolo y la puerta del futuro y, sin embargo, su situación es particularmente vulnerable (aunque no más que la de los mayores), dado que su situación laboral en las últimas décadas ha estado, y está, llena de limitaciones con consecuencias nada deseables ni para ellos ni para el conjunto del país.
Las tasas elevadas de paro de España han tenido que ver, probablemente, tanto con la sustancia de las políticas aplicadas (que suelen promover cambios institucionales incrementales, o distintas asignaciones de recursos) como con la forma de debatir la cuestión, propia de una cultura de discusión pública insuficientemente desarrollada, con un exceso de partidismo y mimetismo, y un defecto de articulación y atención mutua entre los que conversan.
Tasa de ocupación baja y tasa de paro alta: desmesuradas en el contexto europeo
Con el objetivo de favorecer este importante debate, la Fundación Rafael del Pino encargó a Víctor Pérez-Díaz la convocatoria y la coordinación de una reunión de expertos en materia de empleo juvenil, que se celebró el 4 de diciembre de 2014, y que culminó en el documento titulado «El problema del empleo juvenil en España». Dicho documento esclarece los hechos fundamentales del problema, así como sus efectos en la particular inserción en el mercado de trabajo de los jóvenes españoles.
Los hechos discutidos van desde el exceso de temporalidad y la experiencia de la precariedad, las limitaciones en el capital humano juvenil y el bajo nivel educativo, hasta los problemas relacionados con la existencia de un «capital social de vuelo corto» (emancipación tardía, círculos pequeños, horizontes limitados), hechos para los que se analizan causas de corte institucional y propias del mercado laboral, entre otras.
Por último, se ofrecieron una serie de soluciones posibles que, reconocido la complejidad de las causas, enfatizan la dimensión cultural tanto del problema como de su solución. Acabar con la dualidad, una negociación colectiva más eficiente, abaratar el factor trabajo, y elaborar políticas activas más eficaces y eficientes forman parte del repertorio de soluciones propuesto.
Los expertos señalan, sin embargo, que los resultados serían aún más positivos si emprendiéramos transformaciones de calado en la mentalidad y el imaginario, así como en las disposiciones o actitudes de los agentes, que tienen que ver, por ejemplo, con el sistema educativo o con los rasgos básicos del modelo productivo español.