Las tecnologías llegan como olas. Unas veces nos arrastran; otras, nos dejan en la orilla. La diferencia entre un destino y otro reside en la capacidad de anticipación. El informe INTEC 2025, elaborado por la Cátedra de Ciencia y Sociedad de la Fundación Rafael del Pino, propone una hoja de ruta para que España no contemple el futuro desde la barrera. Su premisa es clara: las tecnologías emergentes no constituyen amenazas, sino oportunidades. Pero solo para quienes decidan subirse al tren antes de que abandone la estación.
Las tecnologías emergentes no constituyen amenazas, sino oportunidades.
Javier García, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante y director de la Cátedra, resume el espíritu del informe con una imagen elocuente. Advierte que muchas veces las tecnologías pasan como olas, con esa sensación de virgencita, que me quede como estoy. Pero matiza enseguida: en realidad son más bien un tren, y si no nos subimos, se nos va. El diagnóstico no deja lugar a la ambigüedad. España puede liderar o puede languidecer. La elección depende de las decisiones que tome hoy.
El informe nace de una preocupación compartida por quince expertos que trabajan de forma desinteresada. Les inquieta que el debate público sobre energía, salud o datos permanezca secuestrado por la polarización. García explica que el objetivo consiste en invitar a una conversación. No se trata de imponer recetas, sino de construir un proyecto común. Un país que celebra medio siglo de democracia debería alcanzar la madurez suficiente para preguntarse qué quiere hacer con la energía nuclear, con la inteligencia artificial, con sus datos sanitarios. El INTEC no ofrece respuestas cerradas. Ofrece las preguntas correctas.
Un país que celebra medio siglo de democracia debería alcanzar la madurez suficiente para preguntarse qué quiere hacer con la energía nuclear, con la inteligencia artificial o con sus datos sanitarios.
La metodología del informe huye del efectismo. No selecciona las tecnologías más vistosas ni las más mediáticas. Identifica amenazas y oportunidades, y propone soluciones. Por eso, insiste, año tras año, en la lucha contra la resistencia antimicrobiana, un problema que la OMS califica de amenaza global. La inteligencia artificial ha descubierto ya antibióticos eficaces contra bacterias que carecían de tratamiento. García señala que algunos de los descubrimientos más disruptivos y también más útiles los producen las máquinas de una forma cada vez más autónoma. La ciencia avanza. La cuestión es si España acompañará ese avance o lo contemplará desde la distancia.
El informe dedica especial atención al problema de los datos. Sin datos compartidos no hay inteligencia artificial. Y sin inteligencia artificial no hay competitividad. García pone un ejemplo que cualquier ciudadano puede reconocer: nadie tiene acceso a su historial médico electrónico completo. Los sistemas sanitarios autonómicos no comparten información. Las aseguradoras privadas tampoco. Si ni uno mismo puede acceder a sus propios datos, lamenta, el caos entre sistemas públicos o entre empresas resulta inimaginable. Esa fragmentación frena la innovación. Y la innovación determina el lugar que ocupará España en el mundo.
Las diez tecnologías que propone el INTEC 2025 dibujan un mapa de oportunidades concretas. La primera apunta a la sustitución de materias primas críticas por materiales abundantes. La dependencia del exterior exige alternativas sostenibles, y la inteligencia artificial acelera el descubrimiento de nuevos compuestos. La segunda coloca la inteligencia artificial en el centro de los sistemas de salud. Liberar tiempo a los profesionales para que atiendan mejor a los pacientes requiere modelos de gobernanza rigurosos y protección frente a ciberataques.

La tercera tecnología recupera el debate nuclear. El torio y los reactores modulares ofrecen energía estable con menor impacto ambiental. España cuenta con un tejido industrial preparado para aprovechar esta oportunidad. La cuarta tecnología lleva la medicina al cuerpo del paciente. Biosensores, wearables e implantables permitirán anticipar enfermedades con datos fisiológicos en tiempo real. Se abre así la puerta a una Medicina 5.0, más preventiva y personalizada. La quinta tecnología explora la computación cuántica. El software cuántico resolverá problemas de optimización y ciberseguridad que hoy resultan inabordables.
La sexta tecnología sitúa la biotecnología en el centro de la seguridad alimentaria. Ingeniería celular y biología sintética impulsarán proteínas alternativas y producción local distribuida. La séptima tecnología pone el vehículo autónomo al volante. La automatización reducirá accidentes y costes logísticos, aunque Europa debe armonizar normativas y reforzar la ciberseguridad. La octava tecnología emplea la inteligencia artificial para descubrir antibióticos. La resistencia antimicrobiana causa casi dos millones de muertes al año. Solo la inversión en nuevos fármacos puede frenar esa hemorragia silenciosa.
La novena tecnología mira al espacio. Los datos satelitales impulsan decisiones estratégicas para clima, agricultura y logística. Los nuevos modelos de inteligencia artificial explotarán un potencial comercial todavía latente. La décima tecnología moderniza las redes eléctricas. Alcanzar la neutralidad climática exige sistemas flexibles, interconectados e inteligentes. La seguridad energética de España depende de que esa transformación llegue a tiempo.
García insiste en que España dispone de ventajas competitivas en varios de estos campos. La agricultura, la gestión del agua, los datos territoriales configuran una visión de país potente para fijar población y gestionar recursos escasos. La gestión de riesgos naturales constituye otra prioridad urgente. Entre un informe y el siguiente, España ha sufrido una DANA devastadora y ha combatido incendios de sexta generación. El INTEC ya los anticipaba hace dos años. Escuchar a la ciencia no es un lujo. Es una necesidad.
Los ciudadanos deben mostrar más valentía y pasar de la indignación a la acción.
El INTEC 2025 no es un ejercicio de futurología. Es una invitación a la acción. García sostiene que los ciudadanos deben mostrar más valentía y pasar de la indignación a la acción. España dispone del talento, de las universidades, de las empresas. Le falta, quizá, la determinación política para apostar por el futuro sin miedo. Las tecnologías no esperan. Los trenes pasan. Y quienes no suban a tiempo contemplarán cómo otros marcan el rumbo. El informe propone que España lidere. La decisión, como siempre, corresponde a quienes tienen el poder de tomarla.












