La libertad económica es un elemento fundamental para que una sociedad pueda alcanzar altos niveles de vida y de bienestar. De hecho, hay una correlación directa y muy estrecha entre libertad económica y renta per cápita. Y es que, a medida que la libertad gana terreno, se producen pequeños cambios en la legislación, la justicia, el gobierno, etc. que, a su vez, impulsa nuevas mejoras. Es como un círculo virtuoso de libertad, riqueza y bienestar.
Libertad económica y crecimiento
Cuando España apostó por la libertad económica, comenta Daniel Lacalle, economista jefe en Tressis, su PIB creció por encima de la media de la UE. Fueron reformas por el lado de la oferta que dejaron que la economía respirase. En consecuencia, las empresas prosperaron, las familias disfrutaron de sus ingresos, creció el empleo y todo fue muy bien.
La libertad económica también consigue erradicar la pobreza. Las políticas de oferta aplicadas en España entre 2013 y 2017 tuvieron un efecto potencial positivo. Gracias a ello se creó empleo y, con él, se redujo la desigualdad. Pero esas políticas supusieron nada más que una ligera mejora en términos de libertad económica. España, de hecho, sigue por debajo de la media de la Unión Europea en este ámbito. Así es que todavía existe mucho margen de mejora, pero ¿por dónde empezar?
Financiación pública, provisión privada
Puede hacerse, por ejemplo, por la educación. La intervención pública en el sistema educativo ha provocado que sus niveles de eficiencia y calidad sean bajos. Así se explica que los cien mejores colegios de España sean todos privados. Por tanto, la colaboración público-privada resulta esencial para mejorar la educación. Y también la sanidad. Y el medio ambiente.
La clave está en no confundir servicio público con financiación pública. Son dos cosas distintas. Lo que tiene que hacer el gobierno es garantizar el servicio con su financiación, pero no su prestación. La prestación puede ser privada y financiada con bonos públicos, como el bono escolar. Este sistema permite a los padres de familias pobres poder llevar a sus hijos a los mejores colegios. Suecia lo tiene. Australia y Dinamarca van en esa dirección.
Pequeños ajustes
Para conseguir en España mejoras significativas en términos de renta y bienestar tampoco es necesario hacer grandes reformas. Basta para ello con realizar pequeños ajustes, porque su impacto es muy grande. En el terreno fiscal, por ejemplo, es preciso volver a un nivel impositivo menos oneroso. Para ello, basta con bajar los impuestos de forma inteligente y sin poner en peligro los objetivos de saneamiento presupuestario.
Con pequeños retoques también se puede mejorar el marco normativo y el funcionamiento de la burocracia. Por ejemplo, pequeños cambios en la normativa laboral, fiscal y administrativa pueden permitir que crezcan las pequeñas y medianas empresas. El aumento de tamaño de la pyme se traduce en una economía más competitiva, que crea empleo y mejora el nivel de renta. En muchos casos, incluso, basta con cimentar y perfeccionar las mejoras que se han llevado a cabo. Todas esas mejoras contribuyen a desarrollar la capacidad de nuestro país para atraer capital extranjero.
Tres medidas fundamentales
Para conseguirlo, España tiene que tomar tres medidas que resultan del todo punto lógicas. Por un lado, tiene que hacer que el sistema fiscal sea mucho más atractivo de lo que resulta hoy en día. En segundo lugar, hay que reducir la burocracia y agilizar los procedimientos administrativos. Por último, hay que ofrecer a las familias más y mejores incentivos para que puedan tener la sanidad, la educación y el tipo de familia que quieran. Es decir, se trata de devolver a las familias el poder de decidir sobre su vida.
En esta misma línea, en un mundo en el que la robotización elimina tantos puestos de trabajo, hay que proteger a los jóvenes. Pero eso no se hace con la subida del salario mínimo, que no fue más que un subterfugio para aumentar las cotizaciones empresariales. Los jóvenes y las mujeres han perdido a causa de medidas como esta.
Hay que tener en cuenta que una mayor intervención en el mercado de trabajo no supone más seguridad laboral, sino todo lo contrario. Por este motivo, España es el único país del mundo desarrollado que ha tenido tres veces una tasa de paro superior al 10% durante más de tres trimestres. Así es que intervenir en el mercado de trabajo es volver a los errores del pasado. Los socialistas incurren en ellos porque lo que quieren no es el progreso, sino controlar a los ciudadanos.
Acceda a la conferencia completa