La leyenda negra española tiene muchas vertientes. Una de ellas, y de las más importantes, es la referida al descubrimiento y colonización de América. Este fue un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad que debería estar inscrito con letras de oro en ella. ¿Por qué? Porque significó poner en contacto a dos mundos que vivían separados, ignorantes el uno del otro, a causa de un océano infranqueable que los separaba. Un océano infranqueable hasta que llegaron los españoles, lo cruzaron cuando nadie se atrevía a intentarlo, se encontraron con los americanos, los civilizaron, los cristianizaron y, sobre todo, los incorporaron a la historia. En otras palabras, los españoles llevaron a cabo una de las mayores gestas de la historia de la humanidad, comparable al primer viaje del hombre a la luna, pero con muchas más repercusiones. Pero como los enemigos de España no podían aceptar semejante hecho, enseguida tildaron de conquista lo que fue un proceso de descubrimiento y civilización. Con sus puntos negros, por supuesto, pero proceso de descubrimiento y civilización, del que debemos estar muy orgullosos.
En realidad, y en el caso concreto de México, no hubo tal cosa como una conquista por España, advierte el escritor e historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui. Todo eso forma parte de la leyenda negra. De hecho, en el siglo XIX, en el país azteca nadie hablaba de conquista. Lo que en realidad hicieron los españoles fue aliarse con unos pueblos para instalarse allí y mezclarse con ellos. En otras palabras, fue un proceso de continuidad histórica combinado con el mestizaje entre españoles y lugareños. A eso no se le puede llamar conquista.
El problema es que, a principios del siglo XX, tuvo lugar la revolución mexicana, que la ganó quien estuvo dispuesto a hacer lo que fuera para tomar el poder. Pero cuando las cosas no van bien, como no lo fueron en México, quien ostenta el poder trata de desviar la atención sobre los problemas del país buscando cabezas de turco a las que cargar con todo el peso de la culpa. Así es que, a partir de 1930, los dirigentes mexicanos inventaron un discurso ideológico por el cual los españoles habían conquistado México y, por ello, eran los responsables de todos los males del país, pese a que llevaba ya más de cien años siendo una nación independiente. En otras palabras, lo de la conquista de México no es otra cosa que un discurso político inventado, indica Zunzunegui. Pero ¿de verdad fue conquista? Los datos parecen desmentirlo.
Tomemos como ejemplo el hospital del Gran Jesús, que fue la primera gran obra que hizo Hernán Cortés en Nueva España, en 1524. La razón fue que Cortés se dio cuenta de que, con los españoles, también había viajado al Nuevo Mundo la viruela y había que poner remedio a aquello. ¿Cómo? Pues construyendo un hospital para los indios, al que seguirían otros diecinueve más tan solo en el siglo XVI. En cambio, el primer hospital para españoles no se fundó hasta 1680. Un conquistador nunca hubiera hecho eso. A Cortés, sin embargo, hoy se le considera como un personaje terrible por obra y gracia de fray Servando Teresa de Mier, que pasó de calificarlo como enviado de Dios cuando vestía los hábitos a querer quemarlo en la plaza pública cuando se convirtió en político. La política siempre lo destroza todo cuando se pone al servicio de aquellos a los que lo único que les preocupa es el poder.
Algo parecido sucedió a raíz de la independencia de México. Agustín de Iturbide lideró la guerra por la que México se separó de España y se convirtió en el primer dirigente de la nueva nación independiente. Para Iturbide, todo se trató de desatar el nudo que unía a su país con España, no de cortar con ella, porque decía que los mexicanos no podían negar que eran españoles. Como recuerda Zunzunegui, Iturbide decía que Nueva España era más católica que la propia España, por lo que es más España que España. Entonces llegaron los republicanos y, con el respaldo de Estados Unidos, derrocaron a Iturbide y la cosa empezó a cambiar. Y es que, a partir de entonces, todo lo malo que pasaba en México era por culpa de los españoles, pese a que las decisiones sobre todo lo que concernía al país ya las tomaban los propios mexicanos. Pero ya se sabe que pocas cosas hay más transversales en la historia que la política de chivos expiatorios.
Los que siguen con el discurso político de que España conquistó México ahora dicen que tiene que disculparse por ello. Esto equivale a tener que disculparse porque México exista. España hizo muchas cosas bien en América y, según Zunzunegui, la más bonita de todas ellas es México, que no existía antes de que llegaran los españoles. Todo lo que les gusta a los mexicanos viene de 1521 en adelante, cuando los españoles llegaron a esas tierras. Como dice el antropólogo Miguel León-Portilla, si el mexicano odia lo español, se odia a sí mismo, porque todo lo que hace es en español. Y Octavio Paz, el escritor mexicano laureado con el Nobel de Literatura, indicó que el odio a Cortés no es odio a España, sino a nosotros mismos como mexicanos.
Le pese a quien le pese, cuando llegaron los españoles a México dejó de existir la civilización mesoamericana, que llevaba miles de años de retraso respecto de la española, y nació una nueva, producto del mestizaje entre los españoles y los indios de Nueva España. Lo que son hoy los mexicanos incluye a la civilización mesoamericana previa, pero también a lo que aportó España. Esto no sucede en una conquista. En una conquista el conquistador impone y no se mezcla con nadie, no crea una nueva civilización.
La Hispanidad es algo que los españoles y los indios hicieron juntos. Lo mejor de Europa cruzó el océano y se encontró con lo mejor de América. Ese fue un encuentro inevitable porque España era, por entonces, el único país que podía llegar al Nuevo Continente. Los ingleses solo pudieron hacerlo más de cien años después, pese a que tenían los mapas que les dieron los españoles. España también pudo hacerlo porque era una potencia económica, tecnológica y naval. Los españoles escribieron gramáticas de las lenguas indias, lo que permitió preservarlas. Eso no se hace con un pueblo al que se quiere conquistar sino con el que se quiere entenderse.
«En la historia no hay hechos, sino interpretaciones.»
El problema, como decía Nietzsche, es que en la historia no hay hechos, sino interpretaciones. Decir que España conquistó México cae de lleno en la categoría de interpretación, porque lo que sucedió es que los indios se aliaron con Cortés y así nació México. Esta es la historia que se debería de contar. Lo demás son relatos surgidos del interés político de cada momento.
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