La Fundación Rafael publica El tiempo de los valientes, de las ideas a la innovación. Una hoja de ruta para la transformación tecnológica de España que recoge los contenidos del INFORME INTEC 2024 resultado de los trabajos de la Cátedra Ciencia y Sociedad de la Fundación, dirigida por el Catedrático Rafael del Pino, Javier García.
La introducción del informe pone, en esta edición, el énfasis en los mecanismos para convertir las ideas en acciones reales y transformadoras.
Introducción al informe INTEC 2024
La investigadora del MIT Susan Solomon formó parte del equipo científico que viajó en 1986 a la Antártida para reunir los datos que proporcionarían la prueba definitiva de que los clorofluorocarbonos (CFC) eran más eficaces para destruir el ozono allí que en ningún otro lugar del planeta. Un año antes, el British Antarctic Survey había dado la voz de alerta al publicar un artículo científico en el que afirmaba que se había formado un “agujero” inesperado en la capa de ozono sobre su estación. El mundo reaccionó de forma asombrosamente ágil y eficaz a la llamada de la ciencia y en 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, que establecía las condiciones para la protección de la capa de ozono, en lo que puede considerarse la mayor historia de éxito ambiental internacional. Cuando, casi 40 años después, Susan Solomon rememora aquella gesta, en la que el conocimiento científico fue capaz de movilizar una sensacional respuesta regulatoria y de innovación tecnológica, vierte también las valiosas lecciones aprendidas.
“A la hora de resolver el problema del ozono, nos ayudó una confluencia ideal de lo que yo llamo las tres P: tenía impactos profundamente personales en la salud, su ciencia era fácilmente perceptible para los no expertos y las soluciones eran eminentemente prácticas”, escribe.
La causa científica se benefició de “un poderoso impulso causado por la acción de los consumidores al alejarse de los CFC en latas de aerosol en EEUU, una elección personal que destruyó el mercado de los CFC estadounidenses e hizo que nuestros productores estuvieran ansiosos por buscar alternativas”. Se logró que la gente se sintiera “empoderada e interesada”, sentencia. Las políticas de orientación tecnológica en el marco del Protocolo de Montreal llegaron allí donde no podían los individuos, e inspiraron la innovación necesaria para resolver problemas en los que los consumidores tenían menos poder de coerción, como la refrigeración y el aire acondicionado.
“Las personas son mucho mejores para resolver crisis calientes que para lidiar con crisis lentas. La fascinación del público mantuvo a los científicos energizados y a los políticos bien motivados para actuar”, dice Solomon.
Aquella fue una historia de éxito en una tarea que hoy se ha vuelto imperativa en nuestras sociedades y en nuestras economías, especialmente en Europa: pasar de la identificación del problema a la acción.