Muchos sueñan con ello, pero son pocos los que consiguen llegar a la cima de Silicon Valley. Los que lo consiguen han realizado grandes esfuerzos personales y demostrado una gran capacidad de trabajo. Pero no basta con eso. Hace falta algo más. Se precisa ese algo especial que hace que una persona esté en el momento justo y en el lugar adecuado para poder cosechar los frutos de su esfuerzo. A ese algo Javier Oliván lo llama suerte y reconoce que es fundamental. La preparación, el trabajo duro, permiten que una persona pueda aprovechar las oportunidades que se presentan. Pero es la suerte la que determina cuándo, cómo y dónde se presentan dichas oportunidades, si es que lo hacen.
Y, a todo esto, ¿quién es Javier Oliván? A la gran mayoría de la gente este nombre le dice poco o nada. La cosa tampoco mejora mucho si se añade que nació en Jaca (Huesca) y es ingeniero por la Universidad de Navarra. Pero si se añade que es vicepresidente de Expansión de Facebook, uno de los ejecutivos más influyentes de la compañía y una de las manos derechas de Mark Zuckerberg, la cosa cambia. Estamos hablando de uno de los cargos más altos de una de las compañías tecnológicas más importantes del mundo. Y a eso hay que añadir que no hay ningún español que haya llegado tan lejos en Silicon Valley como ha llegado Javier.
Su historia empieza en 2005, cuando llegó a la Universidad de Standford para estudiar un MBA con una beca de excelencia de la Fundación Rafael del Pino. Por aquella época, Javier ya despuntaba como talento prometedor. No en vano, ya había patentado un sistema algorítmico de procesamiento digital de imágenes que había desarrollado mientras trabajaba para Siemens, empresa a la que se incorporó tras finalizar sus estudios de Ingeniería. Fue entonces cuando un día conoció a un chaval de 22 años que había creado una red social que solo estaba disponible para los estudiantes de determinadas universidades. Aquel chico no era otro que Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, el cual fichó a Javier en cuanto éste concluyó sus estudios en Standford. Javier, cuya primera misión en la compañía fue trabajar en la traducción colaborativa de la red social y liderar parte de sus procesos de expansión internacional, tuvo un papel fundamental en la transformación de Facebook en la empresa global en que se ha convertido.
A Javier, la estancia en Standford le permitió empezar a trabajar en una red social inspirada en Facebook para terminar, dos años después, incorporándose a la compañía de Mark Zuckerberg. Una incorporación que es fruto tanto de su capacidad profesional y su esfuerzo personal como de la suerte: la de haber podido ir a Standford, la de haber podido trabajar allí en otra red social, la de haber conocido a Zuckerberg, … Esas son las oportunidades que la suerte le ha deparado y que fue capaz de aprovechar. Ese reconocimiento del papel que la suerte ha desempeñado en su trayectoria profesional habla mucho de las capacidades de liderazgo de Javier.
Otra de las facetas de la capacidad de liderazgo de Javier Oliván surge cuando comenta una de las principales diferencias entre España y Estados Unidos. Allí, los directivos contratan a gente inteligente para que les digan lo que tienen que hacer. Ellos después ya tomarán las decisiones que tengan que tomar. Además, en EEUU no se penaliza el fracaso, justo lo contrario de lo que sucede en España. De hecho, la cultura estadounidense premia las actividades emprendedoras, incluso las que tienen lugar dentro de la empresa, lo que se conoce como intraemprendimiento. Eso facilita a la empresa el poder adaptarse mejor a unas circunstancias que cambian de forma acelerada y permite que los directivos puedan innovar y regenerar la compañía. Esta filosofía emprendedora en España es, por desgracia, más la excepción que la norma.
Un líder, explica Javier, también es una persona que debe asumir riesgos porque, al no hacerlo, puede estar asumiendo riesgos aún mayores, ya que es ridículo pensar que no van a producirse nuevas innovaciones disruptivas en el mundo de internet. Por el contrario, según estima Javier Oliván, hasta ahora solo se ha visto la punta del iceberg.
En Facebook, como es lógico, son plenamente conscientes de esta realidad, De hecho, Javier destaca que Mark Zuckerberg es una persona que vive el riesgo y está dispuesto a reinventar la empresa. A ese espíritu responden operaciones como la compra de Instagram, una de las mejores inversiones de Facebook, o la de WhatsApp, a pesar del precio que se pagó, porque Mark y su equipo supieron ver que iba a ser el sistema principal de mensajería en muchos países, en el que es fácil compartir con otros y en el que resulta sencillo controlar la audiencia cuando se manda un mensaje.
En el ADN de los grandes personajes de Silicon Valley hay escrita otra cosa, que Javier observa en Zuckerberg. Mark cree que no hay nada que resulte imposible de aprender. Esa creencia, compartida con otros muchos líderes, es fundamental para las empresas tecnológicas, que están inmersas en un cambio constante.
Así son los líderes de Silicon Valley. Javier Oliván es uno de ellos. Por cierto, además de todo lo anterior, Javier es Premio Liderazgo Joven 2017, un galardón que otorga la Asociación de Becarios de Excelencia de la Fundación Rafael del Pino.