Los ejes de referencia de la Unión Europea hoy son muy distintos de los existentes cuando el proyecto europeo se puso en marcha. Por entonces, el mundo era esencialmente bipolar. En ese mundo, la relación transatlántica era fuerte e incuestionable. La UE resultaba fácil de gobernar porque tenía pocos miembros y el proceso de integración era poco profundo. Ahora, en cambio, el mundo es bipolar. La relación transatlántica se mantiene, pero con menos intensidad. La integración europea es más profunda y tiene muchos más miembros. La UE, por ello, necesita adaptarse a un nuevo escenario geopolítico. Lo explican Luis Garicano, eurodiputado y vicepresidente de Renew Europe; Manuel Muñiz, ex-secretario de Estado de la España Global, y Susana del Río, directora del Programa Integral Unión Europea de Deusto Business School.
La Unión Europea afronta la pandemia
En ese proceso de adaptación, explica Garicano, la UE ha dado un gran salto en respuesta a la pandemia. La razón fundamental es el diseño de un gran plan europeo de recuperación. Este plan implica la emisión de eurobonos para financiarlo, algo que la UE había prometido no hacer nunca. Con ello, Europa muestra su voluntad de ser una potencia económica y fiscal para ciertas cuestiones. Ya lo era en términos comerciales y monetarios, pero ahora quiere ir más allá.
La UE ha hecho también una segunda cosa importante: comprar conjuntamente las vacunas para todos los estados miembros. Con estos dos pasos, Europa envía un mensaje claro a los ciudadanos: la UE va a actuar como una unión. Para ello, necesita dotarse de mecanismos para la toma conjunta de decisiones en temas fiscales o respecto al papel de la ley. También requiere que la UE tenga posiciones externas comunes. Esas decisiones son necesarias, pero no se han tomado. Europa, por tanto, vuelve a ser un gigante con pies de barro.
Una Unión Europea tangible
Gracias a ello, la Unión Europea ahora es más tangible que nunca, explica Susana del Río. La UE es la que va a hacer posible que se recupere la economía de todos y cada uno de los estados miembros. Lo es porque está vacunando a todos con independencia de si los ciudadanos son de un país más o menos rico.
A la UE, sin embargo, le queda mucho por hacer, advierte Muñiz. Tiene que fortalecer su liderazgo, su política exterior y de seguridad. También tiene que reforzar su autonomía estratégica, sobre todo en un campo nuevo. Antes, cuando se hablaba de política exterior y de seguridad, se hablaba de un pilar europeo en la OTAN. El Covid-19 ha ampliado el ámbito de la autonomía estratégica de la UE al comercio internacional. Esto se debe a la importancia de mantener en funcionamiento las cadenas globales de suministros. El tercer ámbito es la soberanía tecnológica, donde Europa se está quedando atrás en tecnologías clave respecto a Estados Unidos y China. Si se suma todo esto, hay que preguntarse por la dependencia tecnológica, un problema que solo tiene solución en la escala del mercado europeo.
Las cadenas globales
Las cadenas globales, no obstante, son más estables de lo que se pensaba, señala Garicano. El comercio mundial prácticamente ha recuperado sus niveles, pese al choque salvaje que ha sufrido. Es lo primero que se ha recuperado. Quizá se ha exagerado la preocupación con ellas. ¿Qué es estratégico? Parece que lo es todo, con lo que la autonomía estratégica se convierte en una excusa para el proteccionismo. EEUU ha usado la ley de fronteras para impedir la exportación de vacunas y componentes. Hace falta una definición muy estrecha de lo que es estratégico. Europa tiene que ser principalmente aperturista, de mercados libres. Las tecnologías digitales pueden ser un tema estratégico. Quizá, también, los temas sanitarios con una definición muy estrecha.
En la relación con Estados Unidos, indica Garicano, se ha producido un cambio dramático. La llegada de Biden a la Casa Blanca dota a EEUU de una capacidad de actuación muy ágil. Este hecho obliga a la Unión Europea a afrontar la necesidad que tiene de dar ese salto adelante.
La nueva política de Estados Unidos
La presidencia de Biden abre una ventana muy particular para la relación trasatlántica en cuatro campos. El primero, explica Muñiz, es la defensa de la democracia liberal. La Administración Biden ha hecho un diagnóstico sobre este tema parecido al de Europa. La piedra angular del sistema internacional es la democracia. Ahí se puede abrir un espacio de colaboración muy amplio.
El segundo campo es en el ámbito multilateral. Estados Unidos ha vuelto al acuerdo de París sobre el cambio climático. Ha recuperado su pertenencia a la Organización Mundial de la Salud. Ha desbloqueado el nombramiento de la directora general de la Organización Mundial del Comercio. Ha expresado interés en regresar al acuerdo nuclear con Irán. Ha congelado los aranceles a la Unión Europea por el caso Airbus.
En el ámbito económico tenemos una relación bilateral muy intensa en comercio e inversión. Biden ha aprobado un paquete de estímulos de 1,2 billones de dólares y tiene preparados otros dos. Los tres, en conjunto, suman un total de 6 billones de dólares. El primer paquete ya ha tenido una contribución importante al crecimiento económico de la UE este año. La Administración americana concluye que de esta crisis hay que salir apoyando más a la clase media, recalibrando impuestos. Eso tendrá consecuencias en la UE. En el cuarto capítulo, la seguridad, se abre una oportunidad por el nuevo compromiso de Estados Unidos con la OTAN. Y, también, por los nuevos riesgos, como la ciberseguridad.
La estrategia de la Unión Europea
La Unión Europea tiene una estrategia geopolítica, recuerda Susana del Rio. El problema es que, a veces, no sabe que la tiene. Tiene los mecanismos, pero no es consciente de ello. Por tanto, si no es consciente, difícilmente puede ponerlos en marcha. China o Estados Unidos son muy conscientes de lo que son y de lo que hacen. La UE es muy consciente de lo que es, pero no de que es un ejemplo de sostenibilidad institucional. Tenemos un principio de subsidiariedad que puede sincronizarse con la gobernanza multinivel. Ese principio es un gran ejemplo y ejercicio democrático. La democratización de los algoritmos debe tener un sello importante de la UE.
La Unión Europea puede jugar un papel porque es un bastión de derechos y libertades, destaca Muñiz. Gracias a ello, tiene la capacidad normativa para construir un humanismo tecnológico en el que se protege, por ejemplo, el derecho a la privacidad de las personas. Europa es un poder atípico que puede dar forma a los debates internacionales. Lo que hay detrás de ellos es una visión de la libertad y los modelos políticos.
Realidades geográficas
Las realidades geográficas a las que se enfrenta Europa son, por un lado, el este autoritario y, por otro, el sur. Ambas realidades, explica Garicano, suponen unos retos muy diferentes que tienen que ver con la inmigración y el diferencial de renta per cápita. Pero la UE no está afrontando bien estos retos. De momento, se ha puesto en el congelador el mecanismo para exigir a Hungría y Polonia el respeto de la ley. Esta política de valores tiene una debilidad evidente, y es que requiere la capacidad de poder hacerla. Deberíamos ser capaces de proyectar nuestros elementos de poder (comercial, ayuda al desarrollo y regulación). Pero las herramientas actuales de que dispone la UE no son muy útiles para acometer esos retos.
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